Documental de Víctor

Los abuelos deberían ser eternos.

La abuela Elvira es la estrella que más brilla en el cielo. Qué daría yo por poder haber realizado este maravilloso trabajo con ella presente. Pienso en ella… y seguro que está con esa sonrisa generosa que se dibujaba en su cara siempre que estaba con nosotros, sonrisa que le caracterizaba, tan graciosa, bonita, ingenua y noble como ella misma. El abuelo Víctor es el más guapo del pueblo, y por eso, su nombre no es Víctor, le decimos “guapo” y él también sonríe. La vida nos premia con un amor incondicional y único desde que nacemos. No todos tenemos el privilegio de disfrutar de ese regalo tan especial: los abuelos. La presencia de los abuelos en nuestra vida es un tesoro de incalculable valor. Desde pequeñitos…, son proveedores de historias y valiosas enseñanzas, que dejan una maravillosa huella emocional. La casa de mis abuelos es un sitio especial. Fotos por toda la casa: de hijos, nietos, biznietos… sin pensar en diseño ni decoración, lo único importante para ellos es el orgullo de verlos día a día en su aparador, sin que falte ningún miembro de los que más quieren. Hay sillas por todas las habitaciones para que todo el mundo tenga su sitio, la mesa con el pañito blanco de mi abuela donde todos caben, el rincón con la garrota del abuelo en el patio, los sofás de ratos y siestas irrepetibles arropados con el calor de su pecho … Sus miradas son inolvidables y sus manos son únicas. Esas manos que cocinan sin prisa, con cariño… culminando con comidas mágicas. A pesar de su edad, día a día nos demuestran un espíritu joven que se renueva aún más cuando tienen niños a su alrededor, sacando la fuerza necesaria para jugar, para ayudarnos, para apoyarnos… siempre dispuestos a escuchar, a no mirar el reloj si estás a su lado… lo único que les importa es que tú estés bien, que seas fuerte y que la vida no te haga sufrir. Son una fuente de consejos únicos, de buenas costumbres que nunca nadie más nos va a inculcar. Todos los días deberían ser celebrados para así poder disfrutar más a menudo de ese gozo que inunda a los mayores de la casa cuando tíos, primos, padres, nietos, biznietos, vecinos… y todo el que pasa por casa se contagia de esa sensación de alegría que tantas veces referenciamos como los mejores recuerdos. Esa es la mayor satisfacción para los abuelos: Haber creado una gran familia unida y feliz. Cerrar la casa de los abuelos es decir adiós a esa espera incondicional de mañanas y tardes enteras para que, el primero que llegase, le hablase de su día, de sus preocupaciones, y le diera un beso y un abrazo … un abrazo inigualable. El recuerdo de los abuelos es la emoción más maravillosa que podemos sentir en la vida. Es una sensación inolvidable que se graba en la mente y en el corazón.

Familia Mazoteras.